Mientras el Libertador estuvo por estos lados de
Angostura y el Orinoco utilizó tres caballos de buena alzada y briosos: uno
amarillo, otro mosqueado y Palomo que le regaló Casilda y con el cual terminó
de cruzar el páramo de Pisba para libertar a la Nueva Granada.
El caballo de pinta amarilla era el que
supuestamente amarraba bajo la sombra del Tamarindo de la Casa de San Isidro y con el
que despertaba en las mañanas trotando por la Laja de la Llanera y
los extensos Morichales de la ciudad.
Este
ejemplar amarillo, se extravió en estampida al sufrir un impacto de bala
disparada en el Rincón de los Toros
por uno de los efectivos del comando realista, encabezado por el Capitán Tomas
Renovales, para asesinar al Libertador.
Afortunadamente,
el atentado no se consumó aunque murieron el sacerdote Julián Prado, el coronel
Mateo Salcedo y el defensor de Piar en su juicio, coronel Fernando
Galindo. Pero Bolívar perdió no sólo el
caballo amarillo sino también uno mosqueado que le había regalado el General
Manuel Cedeño, siendo Gobernador y Jefe Militar de la Provincia de Guayana.
Bolívar
no podía estar sin sus caballos y el 5 de mayo de 1818, año fatal para la
campaña del centro, escribe desde San Fernando al General Manuel Cedeño
diciéndole que “el caballo que Vd me
regaló se perdió en San José, y lo ha encontrado un mozo llamado Victorio,
hermano de otro llamado Pedro, que trabaja en el Totumo. El comandante Segarra debe conocer al tal
mozo Victorio, porque lo ha enviado muchas veces de posta a Calabozo. Este mismo mozo le ha dicho a una criada mía
que él ha encontrado el caballo, y que lo tenía para entregármelo. Mande Vd pues, a solicitarlo, y que lo
traigan a Calabozo. El comandante Reyes
Valor debe saber de mi caballo amarillo que salió herido el día de la acción, y
lo encontró mi edecán Ibarra cuando fue al reconocimiento; ya que debe estar
casi bueno y yo lo necesito, mándelo Vd
a buscar también”
Bolívar tuvo un tercer caballo: Palomo,
destinado para él desde su nacimiento
por la señora Casilda, campesina de
Socha en la provincia de Tunja, quien lo
había soñado con el Libertador jineteándolo
invencible en los campos de batalla.
“Se lo he cuidado con esmero y aquí lo
tiene usted, sólo es manso de cabuya, General, porque yo no he consentido que
nadie le ponga silla. Se llama Palomo porque es blanco y hermoso
como una paloma” Expresó la campesina al tiempo que recibía
del Libertador un abrazo efusivo y esta respuesta: “Pues bien, Casilda, voy a
montarlo ahora mismo para empezar a hacerme invencible”.
Con Palomo, el Libertador estuvo en
Carabobo y realizó toda la
Campaña del Sur hasta su entrada en Cuzco. El caballo
indómito, blanco, que se supone sea en memoria de Palomo, aparece en nuestro
Escudo Nacional, en su tercer cuartel azul, vuelta la
cabeza a la derecha como emblema de la independencia y de la libertad. Pero el 9 de marzo del 2006
el gobierno del presidente Hugo Chávez Frías
por medio de la Asamblea
Nacional Venezolana reformó
parcialmente la Ley
de Bandera Nacional, Himno Nacional y Escudo de Armas de la República de Venezuela
(hoy denominada República
Bolivariana de Venezuela) publicadas en la Gaceta Oficial
número 38.394. Y en el cuartel inferior
azul aparece la misma figura del
caballo blanco indómito pero galopando hacia la izquierda de quien observa y
mirando hacia delante, adoptándose para tal efecto la figura del caballo
contenido en el Escudo de la
Federación , de fecha 29 de julio de 1863.
Magnifica anécdota eciestre del valiente Libertador. Muchas Gracias.
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