lunes, 1 de julio de 2013

Asesinato del Cónsul británico


“El Restaurador”, era el periódico oficialista del régimen del General Cipriano Castro, cuyas noticias y artículos políticos como el que sigue, solía reproducir  “El Anunciador” de Ciudad Bolívar: “Ya los godos van entrando en razón, van comprendiendo que Castro es el hombre necesario en estos momentos excepcionales de nuestra existencia política; ya convienen en que su Mocho (El Mocho Hernández) no sirve para nada… No os figuréis, hombres poquitos de godo bando, que Castro es 1874 con los contratos enormes, ni 1885 con el desorden, la penuria y el hambre, ni 1890 con la vacilación y la concordia, ni 1892 con el continuismo, ni 1897 con la tiranía y el robo, ni 1898 con la ineptitud y el nepotismo… No, Castro es algo nuevo, Castro es restauración”.
            Sin embargo, Castro no pudo restaurar las buenas relaciones con los países acreedores y menos con la Gran Bretaña que a través de un Laudo Arbitral parcializado le arrebató a Venezuela la zona del Esequibo. Pero a pesar de los pesares, Cipriano Castro no vaciló en dictar un decreto del 22 de septiembre de 1900 por medio del cual designaba una Comisión para fijar los límites fronterizos entre Venezuela y la Guayana británica, lo cual hizo sangrar más la herida de los guayaneses hasta el punto que un hombre del pueblo de nombre Julián Carvajal se pasó de copa y de rabia y agredió mortalmente al Cónsul inglés en Ciudad Bolívar, James Lyall.
            Desde los tiempos iniciales de la República, la Gran Bretaña no había dejado de tener representación diplomática en Angostura.  El primero fue James Hamilton, el mismo que tradujo al inglés el discurso de Bolívar ante el Congreso de Angostura para hacerlo publicar en los rotativos de Londres.
Pues bien, desde 1818 a 1903 había pasado por el Consulado inglés en Angostura unos cuantos representantes, entre ellos Luis Brokman, quien junto con el Obispo Antonio María Durán intervino infructuosamente ante Juan Vicente Gómez para que hiciera lo posible por evitar un baño de sangre ampliando su amnistía hasta Ramón Cecilio Farreras, figura principal de la Guerra Libertadora en Ciudad Bolívar. Luis Brokman fue, además, el Presidente fundador de la Cámara de Comercio de Ciudad Bolívar.
Después de la Batalla de Ciudad Bolívar Brokman fue sustituido por  James Lyall, pero he aquí que un hombre del pueblo cobró en la persona del cónsul inglés Jame Lyall, la pérdida del Esequibo.
Este suceso que agravó las relaciones con la Gran Bretaña derivó en la sustitución del General Nicolás Rolando como Jefe civil y militar del Estado Bolívar, por el General Lorenzo Guevara; no obstante que Rolando tenía en su haber la captura del Mocho Hernández, quien después de haber renunciado el Ministerio de Fomento se rebeló contra Castro y quiso revivir en Guayana el movimiento que le dio tan buenos resultados a la Revolución Legalista. El Mocho fue a parar al Castillo de San Carlos hasta diciembre de 1902 cuando es liberado gracias a la amnistía decretada por Castro  con motivo del bloqueo internacional de los puertos de Venezuela.
            Por cierto que uno de los involucrados en el bloqueo era la Gran Bretaña junto con Alemania que virtualmente apoyaban la Revolución Libertadora que tuvo a Ciudad Bolívar como último baluarte.  Estos dos piases, al igual que otro veinte confiaban en la llamada Revolución Libertadora para resolver el problema de la deuda, pero en vista del fracaso de ésta, resolvieron actuar por la fuerza y al efecto, enviaron un  ultimátum a Castro y sobre la marcha procedieron a bloquear nuestras costas. Al final actuó la diplomacia norteamericana a favor de Venezuela y el conflicto pudo resolverse remitiendo el asunto al Tribunal de la Haya que fijó la indemnización que debía pagar Venezuela. (La ilustración de la columna es una caricatura alusiva al Laudo Arbitral de París)



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