“El Restaurador”, era el periódico oficialista del régimen del General Cipriano
Castro, cuyas noticias y artículos políticos como el que sigue, solía
reproducir “El Anunciador” de Ciudad
Bolívar: “Ya los godos van entrando en razón, van comprendiendo que Castro es el
hombre necesario en estos momentos excepcionales de nuestra existencia
política; ya convienen en que su Mocho (El Mocho Hernández) no sirve para nada…
No os figuréis, hombres poquitos de godo bando, que Castro es 1874 con los
contratos enormes, ni 1885 con el desorden, la penuria y el hambre, ni 1890 con
la vacilación y la concordia, ni 1892 con el continuismo, ni 1897 con la
tiranía y el robo, ni 1898 con la ineptitud y el nepotismo… No, Castro es algo
nuevo, Castro es restauración”.
Sin embargo, Castro no pudo restaurar
las buenas relaciones con los países acreedores y menos con la Gran Bretaña que a
través de un Laudo Arbitral parcializado le arrebató a Venezuela la zona del
Esequibo. Pero a pesar de los pesares, Cipriano Castro no vaciló en dictar un
decreto del 22 de septiembre de 1900 por medio del cual designaba una Comisión
para fijar los límites fronterizos entre Venezuela y la Guayana británica, lo cual
hizo sangrar más la herida de los guayaneses hasta el punto que un hombre del
pueblo de nombre Julián Carvajal se pasó de copa y de rabia y agredió
mortalmente al Cónsul inglés en Ciudad Bolívar, James Lyall.
Desde los tiempos iniciales de la República , la Gran Bretaña no había
dejado de tener representación diplomática en Angostura. El primero fue James Hamilton, el mismo que
tradujo al inglés el discurso de Bolívar ante el Congreso de Angostura para
hacerlo publicar en los rotativos de Londres.
Pues bien, desde 1818
a 1903 había pasado por el Consulado inglés en Angostura
unos cuantos representantes, entre ellos Luis Brokman, quien junto con el
Obispo Antonio María Durán intervino infructuosamente ante Juan Vicente Gómez
para que hiciera lo posible por evitar un baño de sangre ampliando su amnistía
hasta Ramón Cecilio Farreras, figura principal de la Guerra Libertadora
en Ciudad Bolívar. Luis Brokman fue, además, el Presidente fundador de la Cámara de Comercio de Ciudad Bolívar.
Después de la
Batalla de Ciudad Bolívar Brokman fue sustituido por James Lyall, pero he aquí que un hombre del
pueblo cobró en la persona del cónsul inglés Jame Lyall, la pérdida del
Esequibo.
Este suceso que agravó las relaciones con la Gran Bretaña derivó
en la sustitución del General Nicolás Rolando como Jefe civil y militar del
Estado Bolívar, por el General Lorenzo Guevara; no obstante que Rolando tenía
en su haber la captura del Mocho Hernández, quien después de haber renunciado
el Ministerio de Fomento se rebeló contra Castro y quiso revivir en Guayana el
movimiento que le dio tan buenos resultados a la Revolución Legalista.
El Mocho fue a parar al Castillo de San Carlos hasta diciembre de 1902 cuando
es liberado gracias a la amnistía decretada por Castro con motivo del bloqueo internacional de los
puertos de Venezuela.
Por cierto que uno de los
involucrados en el bloqueo era la Gran Bretaña junto con Alemania que virtualmente
apoyaban la
Revolución Libertadora que tuvo a Ciudad Bolívar como último
baluarte. Estos dos piases, al igual que
otro veinte confiaban en la llamada Revolución Libertadora para resolver el
problema de la deuda, pero en vista del fracaso de ésta, resolvieron actuar por
la fuerza y al efecto, enviaron un
ultimátum a Castro y sobre la marcha procedieron a bloquear nuestras
costas. Al final actuó la diplomacia norteamericana a favor de Venezuela y el
conflicto pudo resolverse remitiendo el asunto al Tribunal de la Haya que fijó la
indemnización que debía pagar Venezuela. (La ilustración de la columna es una caricatura
alusiva al Laudo Arbitral de París)
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