El baile del joropo era en
el aspecto musical lo popular en la Guayana del Siglo diecinueve. Tan popular que resultaba raro el evento que
no tuviese el epílogo de un drama o una riña colectiva de marca mayor. El Gobierno, preservador del orden y la salud
públicos se vio, por lo tanto, obligado a decretar su prohibición, no obstante
ser la ocasión más favorable a los periódicos
reclutamientos militares.
Donde
jamás se pudo reclutar en noche de joropo fue en la casa que don Raimundo
Gotilla tenía en los morichales, pues cuando llegaba la comisión en busca de
milicianos, el dueño se ponía el uniforme militar y sacaba su espada.
En 1863,
el Presidente del Estado, Juan Bautista Dalla Costa Soublette, dispuso que “atendiendo el gobierno provisorio a que
uno de sus primeros deberes es prevenir los males que podrían sobrevenir a los
habitantes de esta capital y sus ejidos, si se descuidase la salubridad
pública, y considerando que en los bailes denominados joropos se cometen
excesos que refluyen en contra de la salud pública, ha acordado hoy prohibir
absolutamente la continuación de tales bailes de joropos (...) El que faltara a
esta disposición deberá ser penado de modo serio y sin ninguna
contemplación”.
La Revolución Legalista quiso ser más condescendiente con el
pueblo y resolvió permitir el baile de joropo, pero reglamentado, vale decir,
insertando en el Reglamento de Policía el siguiente artículo que obligaba a los
agentes del orden público a que “no deben permitir que se baile joropo o
fandango sin haber obtenido permiso de la autoridad”.
Nótese
que se dice “joropo o fandango”, lo cual refuerza la tesis según
la cual el joropo venezolano tiene su antecedente en el fandango, antiguo baile
zapateado andaluz que se ejecuta con acompañamiento de guitarra y
castañuelas. El joropo nuestro se
ejecutaba con acompañamiento de un instrumento llamado “Cinco” que hacía las
veces de guitarra y “maracas”, las veces
de castañuelas. No existía el
cuatro sino el “Cinco”. Los bolivarenses
eran muy aficionados a este instrumento a juzgar por lo que dice el semanario “Ecos del
Orinoco”, en su edición del 24 de diciembre de 1890: “El pueblo laborioso y entusiasta del
cinco y el tradicional furruco, el de los cantos de aguinaldo a domicilio,
prepárase también para celebrar el nacimiento del Dios-niño”.
El
fandango ha sido utilizado por Gluck en Don Juan, por Mozart en Las
bodas de Fígaro y por Granados en Goyescas. Recuérdese que nuestro famoso joropo Alma
Llanera nació precisamente de una Zarzuela
con música del insigne maestro Pedro Elías Gutiérrez y letra del polifacético escritor y
periodista Rafael Bolívar Coronado. Esta
zarzuela que resaltó al joropo de nuestros días tuvo como escenario el Teatro
Caracas, el 19 de septiembre de 1914.
De
suerte que podemos considerar el joropo guayanés como muy particular y distinto
al de los Llanos, es decir, que no se ejecuta con arpa. El instrumento musical principal fue en un principio el Cinco. Después, en el siglo veinte, el Cinco fue
sustituido por el Cuatro en el acompañamiento y se le incorporó además la
bandola de ocho cuerdas, no cuerdas de acero como las de ahora, sino cuerdas
hechas con tripas de gato.
Por otra parte, el joropo guayanés, el que
conocemos actualmente, tiene un modo de bailarse muy particular. Aquí la mujer al igual que el hombre, también
zapatea. Se dice que en el llano es el hombre quien zapatea mientras la mujer
balsea o escobillea, sin embargo, en Guayana tanto el hombre como la mujer
zapatean, en una eterna competencia, a excepción de la localidad de Valle de la
Pascua, la manera como bailan el joropo en el resto del país no se compara con
la del estado Bolívar.
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