La educación
secundaria en Ciudad Bolívar tuvo un parto retardado y difícil. Francisco de Paula Santander que en 1818
conoció y vivió en la antigua Ciudad Bolívar que era Angostura, quiso dotarla
de un Colegio de Educación Secundaria que a la vez abarcara el nivel de las
primeras letras, de suerte que cuando Bolívar inició la Campaña del Sur y lo dejó
encargado de la
Presidencia de Colombia de la cual Guayana formaba parte,
materializó ese propósito dictando el 27 de octubre de 1824 un decreto de 13
artículos.
El decreto disponía un Colegio
Federal con sede fija en Santo Tomás de Angostura con una escuela de Primeras
letras por el método lancasteriano, cátedras de gramática, de latinidad y
filosofía.
El Gobierno de Colombia destinó como
sede del Colegio el Convento de los Franciscanos que por estar en las afueras
de la ciudad resultó inconveniente. Receptivo,
Santander, encargado de la Presidencia de Colombia, dispuso entonces se
permutara a la Diócesis
el Convento por la casa donde se había reunido el Congreso de Angostura y el
cual pertenecía a la Diócesis
para la época grancolombiana. El avaluó del Convento fue de 26.243,49 pesos y
el de la Casa
del Congreso, 12.715,37 pesos. Pero como transcurría el tiempo y el Colegio no
se instalaba por falta de recursos económicos y profesionales, Monseñor Mariano
de Talavera y Garcés, administrador apostólico de la diócesis de Guayana, logró
que le cedieran temporalmente el edificio para establecer allí un Seminario,
pero en eso vino la separación de Venezuela de Colombia y el Colegio aunque tardíamente,
terminó instalándose allí, el 24 de junio de 1840, luego de una reformulación
del decreto anterior por otro del Gobierno de Páez del 8 de abril de 1834.
No obstante que el Colegio fue
objeto de un nuevo decreto en 1834, volvió a sufrir tardanza su instalación
debido a las mismas dificultades anteriores, sólo resueltas en el curso de seis
años por una Junta de Rentas que logró reconstruir el edificio que se hallaba
en muy malas condiciones y asegurar ingresos fundamentados principalmente en
las rentas que le producían los arrendamientos de los terrenos para hatos de
las antiguas Misiones del Caroní que el Gobierno Nacional había adjudicado al
Colegio para su usufructo.
Los catedráticos que el Colegio
requería no fue posible lograrlos en Caracas ni en otras partes del país. Los
académicos parecían temerles a una ciudad tan cerca de la selva y
consecuencialmente amenazada por zoonosis como el paludismo y la fiebre
amarilla, por lo cual hubo que echar mano de los recursos habidos entre los
vecinos de la misma ciudad.
De manera que el Colegio arrancó sin
Rector. Sólo con el catedrático de castellano, Andrés Eusebio Level de Goda,
hijo del primer Rector del Colegio de Cumaná, haciendo las veces de
Vicerrector, el catedrático de latinidad, Pbro. Rafael Cortés y 30 estudiantes.
El Colegio no tuvo Rector sino a partir de 1842 cuando el Gobierno logró
contratar al catedrático Elías de Valenzuela, quien inició el curso de
filosofía previsto para completar la secundaria.
Los estudiantes se dividían en dos
clases: alumnos, los internos y escolares, los externos. Los primeros pagaban
cien pesos anuales y los segundos no estaban obligados, pero podían contribuir
espontáneamente. En este Colegio de índole nacional se permitía la escuela
provincial de primaria letras, ya privada o dependiente de la municipalidad.
Excelente como todas tus publicaciones amigo Américo. Espero que esto haya sido una especie de abreboca y sigamos leyendo la continuación de este recorrido.
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