domingo, 7 de julio de 2013

Cuando los mensajes iban y venían en curiara

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Después de la novedad del cinematógrafo llegó también el cable telegráfico subfluvial, pues hasta comienzos del siglo pasado, los mensajes telegráficos de los bolivarenses para poder llegar a cualquier parte del país, debían vadear el río en curiara hasta la estación de Soledad porque hasta entonces no había manera de salvar el río con la línea de la llave Morse. Para los bolivarenses el cable subfluvial al igual que el cinematógrafo, todavía en estado incipiente, era el mejor regalo del siglo veinte que comenzaba justamente en 1900 y no en 1901 como sería el criterio de hoy. 
            Fue por lo que el 27 de diciembre de 1900, el entonces Presidente del Estado Bolívar, general Lorenzo Guevara, decretó un programa especial para recibir el Siglo XX y el cual comprendía, además de las festividades cristianas tradicionales, la inauguración de algunas obras públicas, entre ellas, los trabajos de pavimentación con baldosas de las avenidas de la Plaza Bolívar, la bendición del Oratorio Público de San Antonio por Monseñor Antonio María Durand y la inauguración del Cable subfluvial entre Ciudad Bolívar y el resto del país, eliminando a Soledad como estación terminal o punto de contacto. Lo que hizo comentar a la gente “ahora los mensajes no andan en curiara”.
            El  jefe de la estación del Telégrafo Nacional, señor Rodríguez Santaellla, dijo entonces, que gracias a este cable la comunicación quedaba directa con la Capital de la República y a través de ella con Coro y Maracaibo y que ese mismo día había sido recibido el primer telegrama  desde  Coro, por lo que a partir de ese momento los mensajes no tardarían días, antes de ser entregados a su destinatario.
            El cable subfluvial tuvo vida útil hasta 1920 que el Gobierno Federal resolvió salvar la barrera del Orinoco con tres grandes torres que sirvieran de soporte al tendido del cable conductor de la señal Morse.
            El Luchador del 15 de enero de 1920 informa sobre los trabajos de instalación de tres altas torres, una en Puerto Blohm de Ciudad Bolívar, otra sobre la Piedra del Medio y la tercera en la ribera opuesta de Soledad. Las torres con una altura de 30,20 metros fueron instaladas por los ingenieros  H. Gibson, Federico Crispín y el alarife Alejandro Sutherland.
El Telégrafo había llegado primero a Soledad que a Ciudad Bolívar debido al Orinoco, la cual se salvó posteriormente con un cable subfluvial y finalmente en 1920 con la instalación de estas  tres torres.
       Originalmente, los citadinos bolivarenses debían enviar su mensaje a la Estación de Soledad cada vez que necesitaban comunicarse con Caracas. Pero el Estado Bolívar como entidad federal tenía un servicio telegráfico interno que terminó de construir en 1885 el Gral. Manuel M. Gallegos, a quien el Gobierno Nacional le había contratado levantar 10 leguas de líneas telegráficas para poner en comunicación a Ciudad Bolívar con el resto del interior del Estado.
       En 1921 se instaló en Maracay la telegrafía inalámbrica y muy pronto se extendió a otras ciudades de Venezuela, incluyendo a Ciudad Bolívar que incluso la prolongó en febrero de 1940 a Puerto España. Los servicios fueron mejorando y perfeccionándose hasta complementarse en 1943 (5 de abril) con el servicio Radiotelefónico.
       La radiotelegrafía y el discado a larga distancia terminaron con la utilidad de las tres Torres que al fin desaparecieron dejando una especie de nostalgia, especialmente la del Puerto de Blohm, donde cotidianamente se situaba un chichero y se montaba cuando muchacho Eduardo Viamonte (Melgar) para descargar sus torrentes de voz cantando Granada del otrora famoso Agustín Lara.


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