El Siglo veinte
se veía venir con halagadoras perspectivas, pues en el mes de la transición
fueron inaugurados varios establecimientos comerciales, entre ellos, la Tintorería de
Maximiliano Rodríguez en la esquina de las Treinta Llaves, bajo de la casa que
habitaba José Ortiz; la
Panadería italiana de José Inés Velásquez, en la parte
oriental de la calle Venezuela; el Restaurante “La India ” de Francisco (Pancho)
Constasti Gerardino con un espléndido menú desde la hallaca hasta el pastel de
pavo y el tradicional dulce de lechosa.
El trisemanario “El Anunciador” dirigido por Alfredo
Mario Blanco desde la calle Miscelánea No. 20, fue transformado en diario
vespertino al pasar a manos de su nuevo propietario Edmundo Suegart, quien lo
mudó a la calle Venezuela. Su vacío de trisemanario
lo llenó el periódico “Nuevos Ideales”, dirigido por
Carlos Fortique.
Ciudad Bolívar tenía un comercio portuario y mercantil muy
importante que cubría una línea de vapores que navegaba entre Hamburgo y
América y una nómina de agentes en El Havre, Paris, Bordeaux, London,
Manchester, Birmingham, Plymouth, Southamton, Amsterdan, Port Spain, Caracas y La Guaira. Tenía un servicio telefónico interno
muy rudimentario que administraba su propietario el italiano Eugenio Barletta y
por el cual se pagaba 16 bolívares mensuales.
El único diario que circulaba era “El Anunciador” editado
por Edmundo Suegart en la
Calle Venezuela , bajo la gerencia del tipógrafo Cleto Navarro. Los bolivarenses fumaban el cigarrillo “La Intimidad ”, de
mucha demanda en la época. Existían dos
boticas, la Alemana
y la Vargas , y
un Taller de Platería de H. von Büren.
La compañía minera Colombia explotaba las minas auríferas de El Callao y
a falta del Amargo Angostura que los hijos de Siegert reubicaron en
Trinidad, Guillermo Eugenio Monch
fabricaba y ofrecía el “Amargo de Ciudad Bolívar”, gran específico para fortalecer los órganos
de la digestión, preparado con vegetales principalmente indígenas.
El obispo de la
Diócesis era Monseñor Antonio María Durand, desde 1892, y la Cámara de Comercio recibía
el siglo con la siguiente directiva: Presidente, L, Brockmann; Primer y segundo
vicepresidentes, M. Palazzi y Roberto Henderson; Tesorero, José Frustuck;
vocal, José Afanador y Secretario, T. Machado Núñez.
Los carnavales de 1900 en ciudad
Bolívar fueron bastante lucidos. Entonces la junta para organizarlos la
designaba el jefe civil del distrito que a la sazón era Luis A. Guerra. Esta
junta estuvo formada por Pedro Luccione, Luis Felipe Llovera Solano, Santos
Palazzi, M. Parchen, Alejandro Agostini, Mariano Figarella, Manuel Plaza y
Salomón Khazen.
Guayana tenía un colegio con rango
universitario. Tal el Colegio Federal de Primera Categoría, del cual era
catedrático de clínica ginecológica y obstétrica el doctor Felipe Jorge Lebrun,
fallecido ese año. Fueron cuatro muertes muy sentidas de los bolivarenses en
1900, la del Dr. Lebrun, quien además era médico oficial de la Guarnición ; la del
Cónsul Británico, James Lyall, asesinado por un psicópata colombiano; la del
General Alejandro Montilla, quien había sido diputado y Presidente del Estado
Bolívar y la del General Antonio José Betancourt Sucre, descendiente del
Mariscal de Ayacucho, ocurrida en Guasipati.
El Colegio Federal de Primera Categoría o Universidad del Estado de
Guayana que graduaba desde 1862, fue declarado de Segunda Categoría por
decisión del Ejecutivo Nacional,
causando perturbación y gran malestar en la ciudad, especialmente en los
jóvenes pobres
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