sábado, 13 de julio de 2013
El irrefutable Monseñor Mejía
>El noveno obispo de Guayana, monseñor Miguel Antonio
Mejía, fue mandado por el Papa XI directo de la vicaría de Valera en
Trujillo a Ciudad Bolívar para regir la
diócesis de Guayana durante 24 años que entonces llegaba hasta los estados Monagas y Anzoátegui. Cuando llegó a Ciudad Bolívar contaba 46 años de edad y murió aquí mismo en
Ciudad Bolívar a los 70 años. Se
distinguió por su personalidad arrolladora de imaginación desbordante unida a
su don de religioso. Le gustaba la publicidad y por eso fundó los semanarios La Nave y La Gaceta Eclesiástica
además de una emisora, la Voz de
Guayana. Propiciaba las
relaciones sociales, fomentaba reuniones y debates e intercambio de
pareceres. No descansaba y con su habilidad de comunicador solía
imponer sus ideas además de ordenar y mandar como un general de brigada.
1925 fue un año de intensa actividad para
el Obispo, quien además de fundar la
Gaceta , un orfanato y
un Colegio, fundó el Seminario Cristo Rey, decretó la
colocación de una imagen en mármol de N. S. de Lourdes, en la Cueva del
Guácharo y realizó una visita pastoral por todas y cada una de las
Parroquias de su jurisdicción, comenzando por Aguasay y Soledad, donde almorzó
frijoles sancochados con carne salada y casabe, en un plato sin cubierto y
sobre una caja de cartón.
En
1937, cuando Monseñor Miguel Antonio
Mejía fundó el Orfanato Bolívar en la
Casa de San Isidro, internó en el mismo varios limpiabotas
que eran huérfanos y vivían prácticamente en la calle. Monseñor Mejía era obispo muy emprendedor,
pero también realmente severo. Cuando el
Presidente del Estado, Mario Briceño Iragorri lo designó Presidente de la Sociedad Amigos de la Cultura de Guayana,
uno de sus primeros actos como tal fue prohibir la lectura del libro “Futurismo”
de José Méndez Aponte, bajo pena de pecado mortal, por considerarlo ofensivo a
la moral y ridiculizar al sacerdocio. El
único que le sacaba la piedra era Manuelito Luna, un personaje de
mucha chispa, pero aficionado a las bebidas espirituosas. El
Viernes Santo cuando tambaleando la ebriedad cruzaba la Plaza Bolívar , se
tropezó con Monseñor Mejía, quien lo reprendió diciéndole: -Manuelito, hoy Viernes Santo y
tú con esa facha de borracho dando tumbos. –Lo que ocurre Monseñor es que
cuando Cristo muere la humanidad se tambalea!
Monseñor Cardozo iba a la par de severo
hasta el punto de sacar a empujones a un ciudadano que no se quitó el sombrero
al pasar frente a una procesión del Santísimo Sacramento. El ciudadano de cierta posición social se
sintió ofendido y humillado y al día siguiente demando sanción para el
sacerdote ante un Tribunal. Monseñor Dámaso Cardozo fue juzgado y detenido en la Cárcel Pública , de
donde salió sin cumplir condena por orden del Ministerio de Relaciones
Interiores. Entonces los jueces estaban
virtualmente subordinados al Ejecutivo no
obstante la pregonada división de poderes.
Monseñor Cardozo, una vez libre, se ausentó
de la ciudad y cuando regresó lo hizo investido del título de Vicario General
de la Diócesis ,
lo cual fue muy criticado por la franmazonería.
Pero
algunos fieles citadinos de la capital bolivarense no se conformaban con
introducir los dedos sino que llegó un momento en que se lavaban las manos, la
cara y hasta la cabeza. Una turista
inglesa impresionada por ese rito tan curioso quiso seguir el ejemplo y fue a
parar a la policía. Testigos del hecho
dijeron que estaba pasada de copas..
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