Las
posibilidades de recreación iban para los bolivarenses en aumento: teatro,
cine, carreras de caballos, toros coleados, cine, juego de pelota llamado Rondá
y corridas de toros aunque en circos improvisados.
Para 1900, Ciudad Bolívar no tenía
propiamente un Circo de Toros establecido; sin embargo, se escenificaban
corridas en lugares improvisados, generalmente en los patios grandes de
inmuebles abandonados como la casa mercantil Dalla Costa declarada en quiebra a
fines del siglo diecinueve, que luego pasó a ser sede de la firma Dalton &
Cía y finalmente de la Aduana.
Esos circos improvisados eran
identificados con nombres circunstanciales como el Circo de Toros La Paz inaugurado el 13
de agosto, por cierto, con una corrida que dejó insatisfechos a los
aficionados, de allí que el vespertino “El Anunciador” le dedicara esta
nota: “Toros y toretes no estuvieron a satisfacción del soberano que es el
Casiano en todas estas jergas y como es natural e indispensable, la empresa
debe ser solícita en prometer y cumplir mejores condiciones en las próximas
corridas…”
La empresa entonces prometió algo mejor con la contratación en
Caracas de los diestros El Rubio y Vicente Victoria Mendoza que llegaron por el
puerto del Orinoco para debutar un domingo 9 de septiembre, pero con tan mala
suerte que fue imposible realizar lidia debido a la bravura del ganado,
resistido a salir al ruedo.
Los empresarios salieron con las tablas en la cabeza y vino otro
circo, el Santa Justa, improvisado en el barrio “30 Llaves” a un extremo
de la Calle Venezuela
y donde después florecería “La Ciudad Perdida ”. Por primera vez el circo se vio lleno y
desbordante y esta novedad encontró su explicación en la gratuidad de la
corrida para el público, pero no así para el Presidente del Estado, Lorenzo
Guevara, quien fue el pagano, generoso con los bolivarenses que celebraron su
matrimonio con una de las muchachas más bellas de la ciudad: María Magdalena
Monserrat Hermoso, hija de Wenceslao Monserrat Hermoso, una de las
personalidades connotadas de la ciudad.
En esa lidia taurina participaron El Rubio, Bocanegra y El Chato.
La actividad taurina se vio interrumpida
entre 1902 y 1904 debido al alzamiento del Capitán Ramón Cecilio Farreras que
culminó con la batalla de Ciudad Bolívar en julio de 1903 y en la que hubo más
muertos y heridos que en la
Batalla de San Félix.
En noviembre de 1904 se acondicionó el
solar de la Aduana Vieja
para reanudar las temporadas taurinas con una corrida realizada el domingo 20
con muy satisfactorios resultados por parte de la cuadrilla, a excepción de
Antonio Fuentes (Boca Negra). Antes de la lidia, un toro hirió al empresario
Narciso Riera. La temporada debía continuar el 4 de diciembre con el matador
Víctor Fernández (El Asturiano), por el cual había mucha expectativa, pero,
según el empresario, no fue posible porque algún malvado abrió la puerta donde estaba
encerrado el ganado y éste tomó las de Villadiego.
La fiebre hípica encendida por el
Hipódromo del Jockey Club en la parte oriental de la ciudad (1907), mermó el
interés por el espectáculo taurino. De todas maneras, para la temporada de 1908
un nuevo empresario habilitó El Convento y el domingo 10 de octubre Boca Negra
ofreció un toro de muerte a volapié o al cuarteo. Todo el mundo se entusiasmó,
especialmente, porque el guayanés Segundo Rojas haría su debut y formaría parte
de la cuadrilla de Guillermo Sarmiento.
En diciembre de 1910 surge la presencia
emprendedora de Víctor Monedero, un español del antiguo partido anarquista,
procedente del Istmo de Panamá, donde se hallaba trabajando en la construcción
del Canal y acaba con los circos ambulantes construyendo uno a la medida de la
ciudad.
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