viernes, 5 de julio de 2013

Circos de Toros ambulantes

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Las posibilidades de recreación iban para los bolivarenses en aumento: teatro, cine, carreras de caballos, toros coleados, cine, juego de pelota llamado Rondá y corridas de toros aunque en circos improvisados. 
         Para 1900, Ciudad Bolívar no tenía propiamente un Circo de Toros establecido; sin embargo, se escenificaban corridas en lugares improvisados, generalmente en los patios grandes de inmuebles abandonados como la casa mercantil Dalla Costa declarada en quiebra a fines del siglo diecinueve, que luego pasó a ser sede de la firma Dalton & Cía y finalmente de la Aduana.
            Esos circos improvisados eran identificados con nombres circunstanciales como el Circo de Toros La Paz inaugurado el 13 de agosto, por cierto, con una corrida que dejó insatisfechos a los aficionados, de allí que el vespertino “El Anunciador” le dedicara esta nota: “Toros y toretes no estuvieron a satisfacción del soberano que es el Casiano en todas estas jergas y como es natural e indispensable, la empresa debe ser solícita en prometer y cumplir mejores condiciones en las próximas corridas…”
La empresa entonces prometió algo mejor con la contratación en Caracas de los diestros El Rubio y Vicente Victoria Mendoza que llegaron por el puerto del Orinoco para debutar un domingo 9 de septiembre, pero con tan mala suerte que fue imposible realizar lidia debido a la bravura del ganado, resistido a salir al ruedo.
Los empresarios salieron con las tablas en la cabeza y vino otro circo, el Santa Justa, improvisado en el barrio “30 Llaves” a un extremo de la Calle Venezuela y donde después florecería La Ciudad Perdida”.  Por primera vez el circo se vio lleno y desbordante y esta novedad encontró su explicación en la gratuidad de la corrida para el público, pero no así para el Presidente del Estado, Lorenzo Guevara, quien fue el pagano, generoso con los bolivarenses que celebraron su matrimonio con una de las muchachas más bellas de la ciudad: María Magdalena Monserrat Hermoso, hija de Wenceslao Monserrat Hermoso, una de las personalidades connotadas de la ciudad.  En esa lidia taurina participaron El Rubio, Bocanegra y El Chato.
La actividad taurina se vio interrumpida entre 1902 y 1904 debido al alzamiento del Capitán Ramón Cecilio Farreras que culminó con la batalla de Ciudad Bolívar en julio de 1903 y en la que hubo más muertos y heridos que en la Batalla de San Félix.
En noviembre de 1904 se acondicionó el solar de la Aduana Vieja para reanudar las temporadas taurinas con una corrida realizada el domingo 20 con muy satisfactorios resultados por parte de la cuadrilla, a excepción de Antonio Fuentes (Boca Negra). Antes de la lidia, un toro hirió al empresario Narciso Riera. La temporada debía continuar el 4 de diciembre con el matador Víctor Fernández (El Asturiano), por el cual había mucha expectativa, pero, según el empresario, no fue posible porque algún malvado abrió la puerta donde estaba encerrado el ganado y éste tomó las de Villadiego.
La fiebre hípica encendida por el Hipódromo del Jockey Club en la parte oriental de la ciudad (1907), mermó el interés por el espectáculo taurino. De todas maneras, para la temporada de 1908 un nuevo empresario habilitó El Convento y el domingo 10 de octubre Boca Negra ofreció un toro de muerte a volapié o al cuarteo. Todo el mundo se entusiasmó, especialmente, porque el guayanés Segundo Rojas haría su debut y formaría parte de la cuadrilla de Guillermo Sarmiento.
En diciembre de 1910 surge la presencia emprendedora de Víctor Monedero, un español del antiguo partido anarquista, procedente del Istmo de Panamá, donde se hallaba trabajando en la construcción del Canal y acaba con los circos ambulantes construyendo uno a la medida de la ciudad.

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