Guayana desde
los primeros tiempos fue polo de atracción y lo continúa siendo para
venezolanos y extranjeros, para aventureros, empresarios e intelectuales
incluso como José Antonio Calaño, simplemente porque ha sido siempre la tierra
del oro y de recursos forestales como el caucho, el balatá y el pendare y las
resinas, otrora de una importancia
económica internacional. Su demanda era
tanta que los árboles eran irracionalmente talados a fin de extraer la mayor cantidad
posible y obtener rápidas ventajas.
El caucho se explotaba entonces en las cuencas del Caura y del Alto
Orinoco; el pendare, de resina gomosa denominada chicle, en la región del
Yuruari; el balatá extraído del Purguo,
en el Cuyuní, Botanamo e Imataca.
En Tumeremo, donde se recogía el látex, operó la empresa inglesa “Dick Balatá Ltd” que estableció un monopolio en la región.
A partir de 1930 la fiebre del balatá y el caucho fue cediendo hasta
extinguirse debido a varios factores, entre ellos, los estragos de la
deforestación, la competencia de otros países productores como Malasia,
Indonesia, Brasil, y la caída de los precios a consecuencia de la crisis
económica de 1930.
Sobre la explotación hasta lo irracional de esos dos subproductos de
la selva, se ha escrito mucho denotando las aventuras, sinsabores y crueldades
de la selva. El escritor colombiano José
Eustacio Rivera, fue el primero que abordó el tema en su novela “La Vorágine”. La obra parte de un principio romántico en
busca de una felicidad que no se va a dar debido a los problemas y conflictos
que se le presentan a la pareja. Además muestra la explotación de la clase
poderosa sobre los más débiles y el trato inhumano que se les da a las personas
sometidas en este negocio. De alguna manera resalta allí la figura del funesto
Tomás Funes Tomás Funes, un militar, explotador de caucho y
criminal que se hizo famoso durante los primeros años del
siglo XX por su
crueldad en la búsqueda de caucho y balatá en el Amazonas venezolano.
Gallegos, igualmente en su novela “Canaima” toca el tema de la explotación del
caucho y del Balatá. El eje de la obra
es el bolivarense Marcos Vargas llamado y atrapado por los recónditos misterios
de la selva donde lo avasallan los instintos primitivos y regresa a la
civilización en la prolongación de un
hijo que nace en aquellos parajes
enigmáticos y sorprendentes.
La edición correspondientes al 20 de septiembre de 1907 del diario “El
Luchador” da cuenta de cómo los árboles productores de caucho, balatá,
aceite de copaiba, substancias colorantes, gomas y demás resinas que
constituyen la riqueza de los bosques del Estado Bolívar, son talados por los
explotadores, a fin de extraer mayor cantidad de productos y obtener rápidas
ventajas económicas.
En conocimiento el Ejecutivo Regional de tan indignante depredación,
emitió un decreto disponiendo que sólo podrán explotarse los árboles que hayan
alcanzado el desarrollo necesario por estar en condiciones de resistir los
procedimientos de extracción sin que las incisiones y perforaciones que se
hagan en cada árbol pasen de la primera y segunda capa cortical pudiendo
descortezarse solo el tronco de los árboles en tiras longitudinales que no
excedan de cinco centímetros de ancho, alternando con fajas de corteza que se
dejan de quince centímetros de ancho de manera que en los espacios descubiertos
se reproduzcan la corteza, siendo indispensable cubrir dichas incisiones o perforaciones con arcilla o greda que impidan
la putrefacción y muerte del árbol.
En estos días santos tuve la oportunidad de realizar una caminata desde San Joaquín, Carabobo, hasta el pueblo de Cumboto, en el estado Aragua, en la cara norte de un brazo de la Cordillera de la Costa. A través de esos senderos montañosos en donde aún en esta época de no-lluvias, el verdor era abrumador y el sol apenas se asomaba en las crestas de gigantescos árboles, un amigo, que fungía de baqueano, nos mostró un árbol que se perdía en las nubes, no dijo ¿conocen el árbol de caucho?. Ante el gesto negativo de nuestras cabezas, de un machetazo hizo una hendidura en el tronco y de inmediato vimos cómo de su corteza comenzaba a manar un líquido blanco. "Este líquido fue llamado La Leche Maldita, por las atrocidades cometidas duramte su explotación por empresas inglesas..." .
ResponderEliminarAl llegar a mi hogar en Maracay, me puse a "guglear", buscando información sobre el tema del caucho. Debo confesar que, una vez leídos algunos escritos, quedé horrorizado. ¡Y pensar que eso acontecía en nuestro continente hace unas pocas generaciones ! ...y cuyas secuelas quedaron imborrables en nuestros primitivos habitantes.
Un gran saludo.
Cuál era el precio del Balata en ese momento de alta extracción?
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