Recuperada
Ciudad Bolívar de la última batalla de la Guerra Libertadora, el Presidente de
la República, General Cipriano Castro, la
visitó durante cinco días y fue objeto de agasajos, alabanzas y
exaltaciones. Primer mandatario de la
era republica que lo hacía.
Desde el sábado 29 de abril hasta el
miércoles 3 de marzo de 1905, se exornaron los frentes de las casas
bolivarenses con banderas nacionales y amarillas (color de los liberales) y las
de los extranjeros con las enseñas de sus respectivos países, para darle la
bienvenida al Presidente.
La “Plaza San Antonio” en el Paseo de su nombre, hoy avenida Moreno de
Mendoza, fue adornada y se construyeron arcos en variados puntos de la
ciudad. En la “Plaza Restauración” del Paseo Meneses y calles principales, el
pueblo se divirtió con cucañas, música y fuegos artificiales.
Castro llegó a la capital
bolivarense a las 9 de la mañana, a bordo de un barco que había zarpado del
puerto de San Fernando. Una multitud que lo esperaba desde muy temprano, divisó
a las siete el buque y en ese momento comenzaron los repiques de campanas de la
Catedral, el tronar de los cañones y los
fuegos artificiales.
Una comisión integrada por el Obispo
de la Diócesis, Monseñor Antonio María Durán, el clero, representantes de la
Municipalidad, del Ejecutivo y de la Asamblea Legislativa, embarcó en el vapor
Apure para ir al encuentro y presentarle el saludo de bienvenida. Castro fue trasbordado y llegó a la Cocuyera
donde lo recibió una heterogénea multitud de ciudadanos. De allí caminó hasta el edificio de la Aduana
en la calle Miscelánea donde tenía preparada su habitación. La gente invadió la calle y el señor Hilario
Machado, desde la acera de enfrente, pronunció el discurso de salutación
dirigido al Presidente, quien se hallaba en el balcón acompañado de bellas
damas. “El Anunciador” reseñó: “feliz estuvo el inspirado señor Machado,
en su brillante pieza oratoria y sus frases elocuente y galanas, fueron lluvia
de rosas que cayeron en viva profusión a los pies del héroe excelso”.
Antes de llegar a su improvisada
residencia entre las calles Venezuela y Miscelánea, el Presidente Cipriano
Castro pasó por varios arcos de palma y flores.
Uno que decía “Vencedores jamás vencidos”. Otro de la Cámara de Comercio: “El
Comercio de Ciudad Bolívar saluda al
General Castro” y el de la Casa Dalton & Cía: “Loor al jefe de la Nación
General Cipriano Castro – Paz-Orden- Progreso”.
Desde el balcón, donde escuchó la
salutación de Hilario Machado, a nombre del pueblo bolivarense, respondió:
“Este pueblo que tengo a mi vista y en cuyo semblante leo que no es
lo que se me había pintado, este pueblo es honrado y es laborioso y los pueblos
laboriosos y honrados son los hijos del deber, que llevarán a la patria a la
cumbre de su destino. Estoy maravillado de ese inmenso raudal del Orinoco y
presiento que los pueblos asentados en sus márgenes, por él serán conducidos a
la cúspide del engrandecimiento. Unidos
en un solo abrazo, debemos vivir sin rencillas ni enemistades, como hermanos y
hermanados los venezolanos. Desde ahora
y para siempre estoy con ustedes y para ustedes”.
Acompañaban a Castro, el Presidente
del Estado Bolívar, general Luis Valera; el doctor Julio Torres Cárdenas,
Secretario de la Presidencia; general Ramón Tello Mendoza, gobernador de la
Sección Occidental del Distrito Federal; el escritor A. Carnevali Monreal
y el doctor José Rafael Revenga, médico
del Presidente y quien se hace famoso por sus operaciones de cataratas que
devuelve la visión a los ciegos longevos que han venido de Upata, Tumeremo y El
Callao.
No hay comentarios:
Publicar un comentario