sábado, 22 de junio de 2013

Cipriano, “héroe excelso”

       
Recuperada Ciudad Bolívar de la última batalla de la Guerra Libertadora, el Presidente de la República, General Cipriano Castro, la  visitó durante cinco días y fue objeto de agasajos, alabanzas y exaltaciones.  Primer mandatario de la era republica que lo hacía.
            Desde el sábado 29 de abril hasta el miércoles 3 de marzo de 1905, se exornaron los frentes de las casas bolivarenses con banderas nacionales y amarillas (color de los liberales) y las de los extranjeros con las enseñas de sus respectivos países, para darle la bienvenida al Presidente.
            La “Plaza San Antonio” en el Paseo de su nombre, hoy avenida Moreno de Mendoza, fue adornada y se construyeron arcos en variados puntos de la ciudad.  En la “Plaza Restauración” del Paseo Meneses y calles principales, el pueblo se divirtió con  cucañas,  música y fuegos artificiales.
            Castro llegó a la capital bolivarense a las 9 de la mañana, a bordo de un barco que había zarpado del puerto de San Fernando. Una multitud que lo esperaba desde muy temprano, divisó a las siete el buque y en ese momento comenzaron los repiques de campanas de la Catedral, el tronar de los cañones  y los fuegos artificiales.
            Una comisión integrada por el Obispo de la Diócesis, Monseñor Antonio María Durán, el clero, representantes de la Municipalidad, del Ejecutivo y de la Asamblea Legislativa, embarcó en el vapor Apure para ir al encuentro y presentarle el saludo de bienvenida.  Castro fue trasbordado y llegó a la Cocuyera donde lo recibió una heterogénea multitud de ciudadanos.  De allí caminó hasta el edificio de la Aduana en la calle Miscelánea donde tenía preparada su habitación.  La gente invadió la calle y el señor Hilario Machado, desde la acera de enfrente, pronunció el discurso de salutación dirigido al Presidente, quien se hallaba en el balcón acompañado de bellas damas. “El Anunciador” reseñó: “feliz estuvo el inspirado señor Machado, en su brillante pieza oratoria y sus frases elocuente y galanas, fueron lluvia de rosas que cayeron en viva profusión a los pies del héroe excelso”.

            Antes de llegar a su improvisada residencia entre las calles Venezuela y Miscelánea, el Presidente Cipriano Castro pasó por varios arcos de palma y flores.  Uno que decía “Vencedores jamás vencidos”.  Otro de la Cámara de Comercio: “El Comercio de Ciudad  Bolívar saluda al General Castro” y el de la Casa Dalton & Cía: “Loor al jefe de la Nación General Cipriano Castro – Paz-Orden- Progreso”.
            Desde el balcón, donde escuchó la salutación de Hilario Machado, a nombre del pueblo bolivarense, respondió:
“Este pueblo que tengo a mi vista y en cuyo semblante leo que no es lo que se me había pintado, este pueblo es honrado y es laborioso y los pueblos laboriosos y honrados son los hijos del deber, que llevarán a la patria a la cumbre de su destino. Estoy maravillado de ese inmenso raudal del Orinoco y presiento que los pueblos asentados en sus márgenes, por él serán conducidos a la cúspide del engrandecimiento.  Unidos en un solo abrazo, debemos vivir sin rencillas ni enemistades, como hermanos y hermanados los venezolanos.  Desde ahora y para siempre estoy con ustedes y para ustedes”.

            Acompañaban a Castro, el Presidente del Estado Bolívar, general Luis Valera; el doctor Julio Torres Cárdenas, Secretario de la Presidencia; general Ramón Tello Mendoza, gobernador de la Sección Occidental del Distrito Federal; el escritor A. Carnevali Monreal y  el doctor José Rafael Revenga, médico del Presidente y quien se hace famoso por sus operaciones de cataratas que devuelve la visión a los ciegos longevos que han venido de Upata, Tumeremo y El Callao.


            

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