Cerro Azul es
una obra vial, especie de portachuelo, concebida por un general gomecista, muy
de esta tierra de Guayana, pero llevada a cabo por delincuentes cuando, como
parte de la pena que purgaban, eran forzados a realizar trabajos de utilidad
pública. Cerro Azul era realmente azul. Ya no lo es. El tiempo transitado lo ha
revestido de una pátina negruzca, aceite carbonado de los modernos automotores.
Azul realmente era, pero de un azul nada poéticamente celeste, sino azul ígneo,
fuerte, que hubo de cincelar a golpes de mandarria y pólvora para que cediera y
accediera al paso de El Porvenir y la que fue al final calle El Progreso,
cruzada por las antiguas calles Miscelánea (Dalla-Costa), de las Orozco
(Libertad), Nueva o Fajardo (Igualdad) y del Gobierno (Constitución).
El general Marcelino Torres García,
prometió para su segundo trienio (1918-1921) construir la vía de Cerro Azul,
promesa que cumplió en el curso de los primeros veinte meses de haber
reiniciado su segundo mandato.
En el corte del cerro para convertirlo en tramo de la calle El Progreso
participaron cincuenta delincuentes comunes de todo el Estado, quienes a fuerza
de barreno y mandarria volaron 1.800 metros cúbicos de roca para lo cual fue
necesario tres mil tiros de dinamita,
tarea que se llevó a feliz término con esmerada precaución a fin de no causar
daños a las viviendas cercanas. De esta manera 54 metros fueron agregados a la
calle El Progreso para quedar definitivamente conectada con el Paseo El
Porvenir. El material sacado de Cerro Azul fue aprovechado en la pavimentación
del Paseo Falcón, hoy Paseo Orinoco.
Cerro Azul y las calles de Ciudad
Bolívar no fueron una excepción, en muchas ciudades de Venezuela también
aplicaron la condena del trabajo forzado tanto a presos comunes como a
políticos. 172 estudiantes de la llamada Generación del 28 fueron sometidos a
trabajos forzados en la carretera de la
Colonia de Araira, mejor conocida como Palenque en el Estado Guárico. Pérez Jiménez no practicó el régimen del
trabajo forzado contra delincuentes y enemigos políticos, pero estableció los
campos de concentración de Guasina y Sacupana, de los cuales habla muy bien la
novela testimonial “Se llamaba SN” de José Vicente
Abreu.
Los
nazis en 1938 copiaron el método de represión política del dictador de
Venezuela y explotaron progresivamente
el trabajo forzado de los "enemigos del estado", supuestos
antisociales y presuntos criminales, para obtener beneficio económico y cubrir
la desesperante escasez de mano de obra. En 1938, la Policía Criminal Alemana
llevó a cabo dos importantes arrestos de supuestos antisociales y presuntos
criminales para aumentar la cantidad de personas disponibles que realizaran
trabajos forzados en los campos. Los planes iniciales de albergar a grandes
cantidades de prisioneros de guerra soviéticos y, más tarde, judíos que
realizaran trabajos forzados en Auschwitz-Birkenau y Lublin/Majdanek en el invierno de 1941 y 1942
también apuntaban a generar una fuerza laboral cautiva para los grandes planes
de construcción de las SS.
De manera, que Venezuela no solo
llegó a exportar petróleo y café sino métodos represivos contrarios a la Carta
Fundamental de los Derechos Humanos. Lo
lamentable es que hasta muy avanzado el siglo veinte había gente que añoraban
los métodos represivos de los dictadores alegando que era una forma
ejemplarizante de disminuir el índice delictivo a la vez de realizar obras sociales y enseñar la disciplina
del trabajo.
Solo se me ocurre decir que realmente el inventor de los trabajos forzados no fue Gomez. En esa época, en USA, Francia, Alemania y otros países se alquilaba a los presos, políticos o no, para la construcción de carreteras y otras obras públicas. Me dio por recordar que, de niña, había visto muchas veces tiras cómicas de Disney, con el ratón Mikey y Pete Pata de Palo como protagonistas, que solían terminar con la imagen de Pete con el traje de rayas, un número en el pecho, una bola de hierro en el pie sano, sujeta al tobillo por un grillete y un pico en la mano, junto a una vía ferroviaria en construcción o algo asi.
ResponderEliminarY, según leí en otro blog, parece que para la construcción de tantas obras -Trasandina, Caracas/La Guaira, Caracas/Los Teques, Los Teques/Tejerías, Tejerías/Valencia, Valencia/Puerto Cabello, Maracay/Ocumare de la Costa, Maracay/Choroni y, creo, El Palito/Barquisimeto y de ahí a Valera para entroncar con la Trasandina-, no se usaron los presos sino un sistema parecido al de las fajinas, salvo que el trabajo era obligatorio y los Jefes Civiles de la zona designaban a las personas que tenían que ir por un tiempo determinado o caer presas, a menos que pudieran pagar alguien que las sustituyera. No se si esto será cierto, pero me gustaría saberlo