Los medios existentes en Guayana
para el transporte de mercancías y pasajeros hasta comienzos del siglo veinte
eran las mulas y también vagones y ruletos tirados por yuntas
que oscilaban entre 2 y ocho bueyes.
Consistía en una plataforma o troja de madera cuadrangular montada sobre
cuatro ruedas. La troja cubierta por una
carroza tejida de palma de moriche o de cuero para proteger la mercancía. Y
delante de ella el arreador armado con una caña que tenía en la punta un clavo
para espolear a las bestias que se retardaban en la marcha, algunas veces
penosas por el invierno que formaba grandes fangales llamados “bombas” donde se
pegaban las ruedas de hierro. Algunas de
estas se hicieron famosas como la de Rancho de Tejas donde asaltaron el Correo
del Oro. Al vagón y el ruleto
siguieron los carros mulas y hacia 1913 el tráfico de vehículos automotor,
iniciado con un Dion Bouton, marca francesa, primero que llegó a Guayana
seguido por los Ford americanos y canadienses.
Los coches de paseo tirados por caballos eran el Faetón y el Victoria como
el que se gastaba don Antonio Liccioni.
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