Bocholt es una ciudad alemana
próxima a la frontera con Holanda, donde se habla el alemán antiguo, que viene
siendo el idioma holandés actual. Allí
nació, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Wolfgang
Schoroder Lennartz, un profesional de la hotelería, del turismo y del arte
culinario vinculado a nuestro continente por ese puente que significa turismo
internacional.
Llegó a Venezuela el 8 de agosto de
1981, contratado por Evca, una empresa norteamericana de consumo, dedicada a la
elaboración de comidas para comedores industriales.
Wolfgang vino dentro de un grupo de
diez técnicos de diferentes países, especializado en comidas internacionales,
para poner en marcha los comedores de los campamentos de trabajo de la presa Raúl
Leoni.
Veinte días después de haber llegado
directamente de Europa a Guri, el grupo organizó y puso a funcionar los
comedores. El 28 de agosto salieron las
primeras comidas para 8 mil obreros que laboraban en la construcción de la
última etapa de la presa. El contrato
era por seis meses mientras se entrenaba al personal. Pero Wolfgang, a pesar que se le agotó el
tiempo del contrato, lleva en Bolívar más de ocho años. Se quedó en Guayana, con otros centenares de
extranjeros que adoptaron esta tierra como segunda patria porque siempre les
fue imposible resistirse a la magia del agua y de la selva.
Pero, por que no decir también, al
encanto de la mujer venezolana. Porque
en el caso de Wolfgang, Conchita, su esposa, excelente profesional de medicina,
fundadora de los servicios de terapia intensiva en Guri, es una caraqueña
gentil que comprometió su destino con el hombre venido de mundos tan distantes.
Cuando Wolfgang aceptó la oferta por
seis meses como entrenador de cocina en Guri, quiso saber en que parte de
Venezuela quedaba ese lugar y, lógicamente, fue a nuestra embajada en Frankfort
a solicitar información, pero el personal no supo donde ubicarlo, de manera que
Wolfgang Schoroder Lennartz embarcó en Viasa y en menos de dos días estaba en
el pórtico de la selva guayanesa, aturdido por el espectáculo imponente de
aquel hermoso río batallando contra el muro.
-
No sabía dónde estaba.
-
¿Qué siente un hombre en
esas condiciones?
-
Es algo inquietante y a la
vez emocionante. La aventura está llena
de esas cosas.
Además, no era la primera vez que
me ocurría, que viajaba y me impactaba lo desconocido.
Antes había estado en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia,
Holanda, Singapur, Australia y Nueva Zelanda.
“Un mes después de mi llegada, - dijo - cuando en una tertulia
familiar alguien me habló de Angostura.
Desde mi primera escuela sabía de esta ciudad lejana con la cual se
vincularon importantes científicos alemanes como Alejandro Humboldt que
escribió seis trabajos sobre Guayana; Koch Gunberg, etnólogo, explorador del
Roraima; Roberto Schombert, etnólogo y explorador del Amazonas y de la Gran Sabana y, entre otros, Ernesto
Ule, quien estudió la formación vegetal de la Gran Sabana.
Acotamos que el médico Juan Teófilo Benjamín Siegert, inventor del
famoso Amargo de Angostura, también era alemán y que esta capital en el siglo
pasado importaba por el Orinoco muchas cosas del puerto de Hamburgo, de manera
que no es extraño que en Alemania se conozca más a Angostura que en la propia
Venezuela.
Lo cierto es que Wolfgang está metido de lleno en Ciudad Bolívar y
debidamente instalado con una rotisería y una agencia de fiestas tan productiva
que el negocio le ha dado lo suficiente para reinvertir sus ganancias en un
complejo agro industrial donde la materia principal será el abundante,
amarillo aromático mango guayanés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario