viernes, 19 de abril de 2013

Un alemán que vino por sapoara y se quedó por mango



             Bocholt es una ciudad alemana próxima a la frontera con Holanda, donde se habla el alemán antiguo, que viene siendo el idioma holandés actual.  Allí nació, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, Wolfgang Schoroder Lennartz, un profesional de la hotelería, del turismo y del arte culinario vinculado a nuestro continente por ese puente que significa turismo internacional.
            Llegó a Venezuela el 8 de agosto de 1981, contratado por Evca, una empresa norteamericana de consumo, dedicada a la elaboración de comidas para comedores industriales.
            Wolfgang vino dentro de un grupo de diez técnicos de diferentes países, especializado en comidas internacionales, para poner en marcha los comedores de los campamentos de trabajo de la presa Raúl Leoni.
            Veinte días después de haber llegado directamente de Europa a Guri, el grupo organizó y puso a funcionar los comedores.  El 28 de agosto salieron las primeras comidas para 8 mil obreros que laboraban en la construcción de la última etapa de la presa.  El contrato era por seis meses mientras se entrenaba al personal.  Pero Wolfgang, a pesar que se le agotó el tiempo del contrato, lleva en Bolívar más de ocho años.  Se quedó en Guayana, con otros centenares de extranjeros que adoptaron esta tierra como segunda patria porque siempre les fue imposible resistirse a la magia del agua y de la selva.
            Pero, por que no decir también, al encanto de la mujer venezolana.  Porque en el caso de Wolfgang, Conchita, su esposa, excelente profesional de medicina, fundadora de los servicios de terapia intensiva en Guri, es una caraqueña gentil que comprometió su destino con el hombre venido de mundos tan distantes.
            Cuando Wolfgang aceptó la oferta por seis meses como entrenador de cocina en Guri, quiso saber en que parte de Venezuela quedaba ese lugar y, lógicamente, fue a nuestra embajada en Frankfort a solicitar información, pero el personal no supo donde ubicarlo, de manera que Wolfgang Schoroder Lennartz embarcó en Viasa y en menos de dos días estaba en el pórtico de la selva guayanesa, aturdido por el espectáculo imponente de aquel hermoso río batallando contra el muro.
-         No sabía dónde estaba.
-         ¿Qué siente un hombre en esas condiciones?
-         Es algo inquietante y a la vez emocionante.  La aventura está llena de esas cosas.
Además, no era la primera vez que me ocurría, que viajaba y me impactaba lo desconocido.
Antes había estado en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Colombia, Holanda, Singapur, Australia y Nueva Zelanda.
“Un mes después de mi llegada, - dijo - cuando en una tertulia familiar alguien me habló de Angostura.  Desde mi primera escuela sabía de esta ciudad lejana con la cual se vincularon importantes científicos alemanes como Alejandro Humboldt que escribió seis trabajos sobre Guayana; Koch Gunberg, etnólogo, explorador del Roraima; Roberto Schombert, etnólogo y explorador del Amazonas  y de la Gran Sabana y, entre otros, Ernesto Ule, quien estudió la formación vegetal de la Gran Sabana.
Acotamos que el médico Juan Teófilo Benjamín Siegert, inventor del famoso Amargo de Angostura, también era alemán y que esta capital en el siglo pasado importaba por el Orinoco muchas cosas del puerto de Hamburgo, de manera que no es extraño que en Alemania se conozca más a Angostura que en la propia Venezuela.
Lo cierto es que Wolfgang está metido de lleno en Ciudad Bolívar y debidamente instalado con una rotisería y una agencia de fiestas tan productiva que el negocio le ha dado lo suficiente para reinvertir sus ganancias en un complejo agro industrial donde la materia principal será el abundante, amarillo  aromático mango guayanés.


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