domingo, 14 de abril de 2013

La “Y” de la Zapoara


             No es que el sustantivo “Zapoara” ortográficamente lleve una “Y”.  Nada de eso, sino que en la estructura esquelética del pez de este nombre, legítimo y único del Orinoco, existen huesecillos parecidos a la Y griega.  Detalle biológico que hace aún más interesante este pez fusiforme de coloración vistosa que abunda y se captura durante la temporada de agosto.
            El fin de tales apéndices intercostales es el de unir costillas con costillas y contribuir a robustecer la armazón esquelética de los peces con movimientos vigorosos como el morocoto y el coporo que también los tienen y son grandes migradores.
            La Zapoara es un pez migrador que se desplaza contra la corriente y en consecuencia debe cumplir movimientos fuertes.  Se ha investigado que una vez adulta, sale de los rebalses y lagunas marginales en el período de aguas altas y recorre unos 400 kilómetros con propósitos reproductivos.  Aquí, de acuerdo con una consulta al biólogo marino Daniel Novoa, estaría la explicación de este hueso parecido a la vigésima séptima letra del abecedario castellano y a la que tanto tememos los devotos de la exquisita vianda orinoqueña.  Y la verdad es que la ye o y griega siempre ha sido de temer, no sólo en el sentido gastronómico sino también suele hacer las veces de vocal y en su pronunciación puede confundir con la “ll”, pero su fin esencial siempre es el mismo, en ciertos peces de agua dulce, para unir costillas con costillas y en el lenguaje castellano para unir las palabras o cláusulas de una oración.


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