Los indios del Alto Orinoco realizan
una fiesta parecida a la de la vendimia europea. Tal es la fiesta de la recolección del fruto
de la juvia, un árbol silvestre de la región del Padano semejante al castaño y
que ellos utilizan como parte de su alimentación.
Por cierta época del año los indios
cubren una larga jornada de varios días en busca de la juvia y a su regreso
todo está preparado para el jolgorio.
Danzas, monos asados y bebidas fermentadas alegran el retorno y la
cosecha.
La juvia, también llamada almendrón
o castaña brasileña, llega a medir hasta 40 metros de altura y noventa
centímetros de diámetros. Los frutos,
pesados y tan grandes como la testa de
un recién nacido, contienen de doce a veinte nueces y están siempre listos para
gotear a fines de mayo.
Fuente importante de grasa y
proteínas, además de algunas vitaminas como la A, es la nuez del fruto de la
juvia y por eso los indios, antes de que llegue la lluvia, lo buscan donde esté
y lo cargan en cestones como nidos de oropéndolas sobre la espalda limpia.
Cuando la caravana llega, casi no
hay tiempo para el reposo. Suenan los
instrumentos, las bebidas fermentadas comienzan a surtir su efecto y los indios
tomados de las manos hacen un círculo y
entonces danzan girando alternadamente a la izquierda y a la derecha. En la danza no participan las mujeres y su
tarea durante la fiesta se limita a servirles el asado de mono y las bebidas
mientras los sonidos agudos y melancólicos de las cañas invaden el ambiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario