Entre los descubridores de los
yacimientos auríferos del Yuruary figura Pedro Monasterios Soto, bisabuelo de
Rafael Monasterios, pintor venezolano a quien la GAN homenajeó cuando cumplió
100 años de su nacimiento al igual que el Museo de Barquisimeto con una exposición
selectiva de sus obras. Pedro
Monasterios antes de internarse en la selva del Yuruary, había estado en
Angostura como edecán del general José Laurencio Silva y, posiblemente entonces
lo picó el prurito de El Dorado, pues tan pronto cesó la campaña libertadora
que lo llevó hasta Guayaquil, regresó a Nueva Granada en 1830 donde adquirió
conocimientos prácticos de mineralogía.
Luego se vino a su natal Caracas, pasó a Barquisimeto y finalmente se
trasladó a Guayana por la vía de San Fernando de Apure. Como lo haría después Lucas Fernández Peña
hasta fundar y quedarse en Santa Elena, Monasterios buscaba oro, pero sin
bastimento, en una zona desolada y agresiva, tuvo que regresar a
Barquisimeto. Pero su proeza, porque era
una hazaña entonces internarse en la selva, convenció a los guayaneses de la
existencia de ricas minas auríferas en el Sur que llevan ya más de 140 años
explotándose y cada vez en cantidades superiores. Una hoja impresa de 1850 testimonia la
presencia en Tupuquén de Monasterios, quien murió el 18 de agosto de 1868 en la
más completa pobreza. 50 onzas de oro
entonces valían poca cosa. Con el precio
de hoy, ayer le habría sido una fortuna.
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