miércoles, 17 de abril de 2013

El Callao to morrow night


El oro y el color de la piel de su gente no es sólo lo que llama la atención de El Callao, sino también su Calipso de reminiscencias ancestrales, muy diferente al antillano porque es sin steel band y con cantos.  Calipso muy del pueblo, animando comparsas llenas de símbolos y colorido, moviéndose al ritmo de los tambores, bunbac, el rallo y la campanilla.

            Ambaicalá, Body Man Down, al ritmo del calipso van coreando las comparsas de la Negra Isidora, de Kenton y de los Hermanos Clark.
            A la percusión se suman las cuerdas del bajo, de la guitarra y del cuatro más el sonido metálico del cencerro y el chascoso de las maracas.
            En El Callao, la danza y la música tienen sabor propio y es igual en el carnaval, en la Navidad y año nuevo como en los días de su patrona Nuestra Señora del Carmen o como cuando llega un personaje muy importante.  Pero es durante los carnavales cuando El Callao se transforma en señuelo nacional.  Oscar Palacios Herrera, Paco Vera, Régulo Pérez  y Juvenal Herrera son los primeros en llegar.
            Desde todos los ángulos de la Guayana y desde más allá del Orinoco viene gente a bailar el calipso un tanto amerengado.  A el domplín, el calalú, el bananpilé y el yinyabié.
            Entre trago y trago del mabí se canta el ambaicalá de la Negra Isidora por las calles estrechas del poblado que nunca dejan de ser interminables a la hora de “El Callao to morrow night”.

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