sábado, 6 de abril de 2013

La escopeta acabó con el Curare


            Los indios Yanomami, en sus dominios de los altos del Caura y Cuchivero parecen ser los únicos que se resisten en dejar el Curare para asegurar el éxito de su caza, pues de cierto se sabe que en otras comarcas tribales ha desaparecido casi por completo la práctica ancestral de emponzoñar las armas de caza y guerra con esta sustancia resinosa, oscura, amarga y de efectos fulminantes.
            El indio ha descubierto en la escopeta un sustituto más expedito aunque explosivo, pero cuya novedad parece incapacitarlo para ver más allá ciertas consecuencias que bien pudieran determinar antropólogos y ecólogos.
            Por supuesto que la escopeta es más costosa y ahora, con la devaluación, debe serlo mucho más, pero esto parece no detener al indio entusiasmado pero un arma que para manejarla no se requiere mucha pericia, que no es tan aparatosa como el arco y la flecha, además de la ventaja de que un solo disparo puede, por el desparrame de perdigones, deparar muchas presas.  De manera pues que se ha ido quedando con ella y dejando a un lado la que durante centenares de años le ha servido de apoyo para su seguridad personal y de ayuda para el logro de la subsistencia.
            Queda claro que con el arco y la flecha desaparece también la labor industriosa del Curare sostenida por quienes dentro de la tribu saben dónde encontrar el bejuco de Mavacure y como obtener el veneno de la corteza y el sámago y luego combinarlo con el ciracaguero para que dé los resultados que se buscan.
            La vigencia del curare estaría en la medicina que ha venido empleándolo con éxito en la anestesia general y para tratar los espasmos musculares en los enfermos de tétano, pero en la actualidad están apareciendo otras sustancias más efectivas y menos costosas que en definitiva terminarán por dejar en paz al Mavacure del sur orinoqueño.

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