martes, 16 de abril de 2013

El eterno socio del guayanés


             El guayanés en su quehacer de todos los días y para cualquier empresa tiene un socio que casi nunca identifica.  Cuando se le oye hablar de él inmediatamente nos lo imaginamos de carne y hueso  y, por supuesto, con otras determinantes posibles, pero, a la larga, nos damos cuenta que el bendito socio es un ente mágico – religioso o simplemente teologal.  El socio viene siendo Dios al que también llaman “El Viejito” uno de esos espíritus andante que se encarnan transitoriamente en los médium o el mismito Satanás.
            El guayanés, especialmente el guayanés del río, del llano y de la selva, no quiere sentirse solo de lo desconocido e inventa ese “socio”, favorecido por su ambiente socio – cultural, que lo hace sentir seguro.
            La figura del socio la capta Gallegos a su paso por aquí y la sumerge en “Doña Bárbara”.  La devoradora de hombres tiene un socio que es el Nazareno de Achaguas, pero como nunca lo identifica por su nombre, la gente del llano, sobremanera, Pajarote, conjetura que es el diablo.
            Así como en Canaima Gallegos recoge la leyenda de la piedra de Santa María y de la sapoara, también en “Doña Bárbara” cuenta la creencia mágica del “socio” y del “Viejito”: “Dejamos al Viejito”, dicen los palanqueros río adentro, y preocupados regresan por él al punto de partida.  Zarpan de nuevo y preguntan el patrón “¿Con quién vamos?” y responden desde la proa:  “Con Dios... y María Santísima”.

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