Chirica es más y mejor conocida por
No sólo
fueron en Chirica los primeros cultivos de Tabaco sino que produjo las primeras
divisas de contrabando con los holandeses
en tiempos del gobernador Fernando de Berrío, segundo de la generación
de los Berríos fundadores de la
Provincia de Guayana y el Dorado.
Muy
pocos saben que la capital de la provincia despoblada por el hambre y el asedio
de piratas e indios rebeldes, estuvo asentada en la Mesa de
Chirica luego de la muerte de don Antonio de Berríos.
A la muerte de Antonio de Berrío en 1597,
Santo Tomé, como dice Pablo Ozaeta, era
solo una sombra,
después del fracaso de la gran inmigración traída por Domingo de Vera; una aldea despoblada por el hambre y
los ataques de los indios. Los pocos sobrevivientes se defendían con el ganado
conseguido por Fernando de Berrío, hijo de Antonio, y unas pequeñas huertas en tierra
demasiado ácida.
Había que buscar un sitio más seguro, no sólo defendible sino de
tierras buenas para el fomento de la agricultura y la cría. En 1598, el joven
Fernando reúne y plantea a los vecinos esta necesidad que fue bien acogida dada
la situación precaria en que vivían. Ya
su lugar teniente y varios soldados había explorado las cercanías y encontraron
que el sitio ideal era un lugar que los indios nominaban “Chirica” que en su
lengua significa “Estrella de la buena suerte”.
Allá fue a tener la esmirriada población. Chirica además parecía
adecuada para el cultivo del tabaco que
desde la llega de Colón aromaba las cortes europeas. Años después, ese sería el
principal producto de exportación de
Guayana, que en 1622 enviaba a España 2.000 arrobas de tabaco de buena calidad,
aunque no tan apreciado como el de Barinas.
Para entonces ya en el valle de Caracas tanto
indios como hispanos se habituaban al mágico humo del tabaco al cual le
atribuían propiedades medicinales y efectos narcóticos muy expansivos y
relajantes El gobernador de Caracas, Juan de Pimentel no
pasa por alto esta costumbre y explica al Rey en 1579, cómo tanto naturales
como hispanos utilizaban la hoja de la planta una vez puestas al secado: “Lo
toman los españoles y naturales en humo por la boca y molido por la nariz. Lo tienen por muy
medicinal aunque acá no se sabe aplicar bien.
Muchos naturales curan con este tabaco especialmente humores fríos y
heridas…”
A medida que transcurría el tiempo, al Tabaco
le fueron encontradas otras propiedades
o aplicaciones como el cocimiento suave de las hojas verdes en lavativas
para combatir la paresia intestinal y también en los casos de hernias
estranguladas. Igualmente confeccionaban
un preparado contras las neuralgias y
contra el reumatismo. Asimismo, las hojas
frescas en infusión la aconsejaban contra la sarna.
De suerte que la hoja del Tabaco, seca o
verde, se prestaba y aprovechaba para atacar muchos males en el campo de la
medicina empírica y por otro lado para la relajación o euforia espiritual. De allí su importancia comercial al lado del
cacao que los hispanos pensaban traer desde la Esmeralda donde se daba
muy bien y para ello Centurión quería abrir un camino hasta La Carolina.
Los cultivos del Tabaco se dieron muy bien
desde Chirica hasta el valle de San Antonio de Upata y logró desde fines del
siglo dieciséis un aumento extraordinario hasta el punto de que se limitó
durante un tiempo su cultivo para evitar el contrabando. La exportación ilegal del Tabaco a países
distintos a España, principalmente a Holanda, obligó a que la Corona prohibiese cultivo
en zonas cercas a las costas.
Posteriormente las autoridades coloniales establecieron el llamado
“estanco del tabaco”, embargo o prohibición del curso y venta libre del
producto. (AF)