miércoles, 22 de mayo de 2013

La Sapoara, el pez que no tiene familia en otra parte


            Con sabor a tierra este pez tiene como habitad los rebalses o lagunas marginales del Orinoco y el pueblo en el mes de agosto la disfruta de todas formas,frita, horneada, rellena o en simple sancocho.  Basta con saber que este pez de la fauna orinoquense es único porque de él no se tiene noticias de que exista en otra parte del mundo.  Por lo que se sabe de los biólogos, la especie se encuentra sólo en el Orinoco y no a todo lo largo del gran río sino en el curso comprendido entre Caicara y Parital, 25 kilómetros antes de llegar a Puerto Ordaz.
            De suerte que es puramente bolivarense y se alimenta de microorganismos, no muerde anzuelo, sólo es posible capturarla con la clásica atarraya criolla y según la leyenda, es cebo que utilizan las guayanesas para atrapar forasteros.
            Existen documentos, me confesó en cierta oportunidad, José Ramón Pinto, siendo jefe del Registro Principal, donde aparecen como referencia los “Indios Zapoaros” del Orinoco, por lo que creía que el legendario pez fue connotado con ese nombre de sus pescadores.
            En torno a este miembro de la fauna orinoqueña, hay toda una leyenda y ritos que tienen que ver con la originalidad de su existencia.  Una nota del vespertino El Luchador del 16 de agosto de 1921 informa de los precios de la Sapoara que en esa temporada oscilaban entre Bs. 0,50 y 0,25.  Asimismo, de la antigua tradición de capturar la primera Sapoara el 26 de Julio, Día de Santa Ana, luego de lo cual los vecinos del propio barrio preparaban un gran sancocho “digno de Heliogábalo (emperador romano), con maíz tierno de mazorca a locha”.
            Otro rito se cumplía durante las fiestas de Carnaval cuando enterraban la Sapoara después del último desfile de comparsas, carrozas y serpentinas, con música ejecutada por la Banda del Estado, discursos plañideros y explosión reiterada de traquitraquis.

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