Con sabor a tierra este pez tiene como habitad los rebalses o lagunas marginales
del Orinoco y el pueblo en el mes de agosto la disfruta de todas formas,frita, horneada, rellena o en simple sancocho.
Basta con saber que este pez de la fauna orinoquense es único porque
de él no se tiene noticias de que exista en otra parte del mundo. Por lo que se sabe de los biólogos, la
especie se encuentra sólo en el Orinoco y no a todo lo largo del gran río sino
en el curso comprendido entre Caicara y Parital, 25 kilómetros antes de llegar
a Puerto Ordaz.
De suerte que es puramente bolivarense
y se alimenta de microorganismos, no muerde anzuelo, sólo es posible capturarla
con la clásica atarraya criolla y según la leyenda, es cebo que utilizan las
guayanesas para atrapar forasteros.
Existen documentos, me confesó en
cierta oportunidad, José Ramón Pinto, siendo jefe del Registro Principal, donde
aparecen como referencia los “Indios Zapoaros” del Orinoco, por
lo que creía que el legendario pez fue connotado con ese nombre de sus
pescadores.
En torno a este miembro de la fauna
orinoqueña, hay toda una leyenda y ritos que tienen que ver con la originalidad
de su existencia. Una nota del
vespertino El Luchador del 16 de
agosto de 1921 informa de los precios de la Sapoara que en esa temporada
oscilaban entre Bs. 0,50 y 0,25.
Asimismo, de la antigua tradición de capturar la primera Sapoara el 26
de Julio, Día de Santa Ana, luego de lo cual los vecinos del propio barrio
preparaban un gran sancocho “digno de
Heliogábalo (emperador romano), con maíz tierno de mazorca a locha”.
Otro rito se cumplía durante las
fiestas de Carnaval cuando enterraban la Sapoara después del último desfile de
comparsas, carrozas y serpentinas, con música ejecutada por la Banda del
Estado, discursos plañideros y explosión reiterada de traquitraquis.
llegando a ciudad bolivar me dijo una guayanesa....
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