Gallegos, mientras estuvo en Ciudad
Bolívar, fue objeto de reuniones festivas en casa de la familia Contasti y allí
se enteró de las tertulias en 1887 del político y novelista colombiano José
María Vargas Vila y de los poetas Andrés Mata, fundador de El Universal y Armado
Barazarte en la casa donde se reunió el Congreso de Angostura, entonces sede
del Colegio Federal.
Admirador de Joaquín Crespo, a quien
llamó “el Páez de los modernos tiempos”, José María Vargas Vila,
concluyó en Ciudad Bolívar su primera novela “Aura o las violetas” y
editó junto con Mata el periódico “Cabos suelos del Orinoco”. Lo mejor
de su vida y de su obra transcurrió en Europa, particularmente en Madrid. Dejó en Guayana fervientes seguidores, entre
ellos, muchos masones, que utilizaron uno de sus artículos para refutar las
embestidas del médico Luis Felipe Vargas
Pizarro. De allí el dicho “Para
un Vargas Vila, bueno es un Vargas Pizarro. Según la chispa guayanesa, Vargas
Vila se habría quedado aquí si se hubiera comido la cabeza de la sapoara.(AF)
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