domingo, 26 de mayo de 2013

La tortuga del Orinoco en conserva

El doctor Rimundo Aristeguieta, quien estudió secundaria en el  Colegio Federal de Ciudad Bolívar y derecho en la UCV, tenía una excelente vocación industrial pues había fundado en Caracas, Barranquilla, Puerto Rico y Panamá, la famosa fábrica de sombreros de paja Britania que con mucho orgullo usaban los guayaneses.  Pero quería también montar una industria en su tierra y pensó en la Tortuga del Orinoco.  En 1946 fundó y registró en el Juzgado de Comercio de Caracas, la empresa EDECO, para industrializar la carne de todos los productos de la Tortuga del Orinoco así como toda clase de conserva de animales y vegetales.  Dispuso para ello un capital de 100 mil bolívares para ser elevado a 500 mil después del primer año.  El estudio sobre la industrialización de la carne de tortuga lo había hecho el técnico Carlos Schultz. El proyecto contemplaba beneficiar 40 mil tortugas al año, equivalente a 300 mil kilogramos de carne así como 7.200.000 huevos al promedio de 180 por unidad.  Este proyecto no tuvo éxito.

            La explotación de  la Tortuga del Orinoco era entonces desmedida  y llegó casi a la fase de extinción y si no ha llegado a desaparecer del todo es gracias a un aldabonazo dado a tiempo en la conciencia de las autoridades ambientales y de los recursos naturales renovables que ahora se preocupan y mantienen programas dirigidos a su conservación y multiplicación.
            Entre los años 1952 y 1961 la captura de las tortugas del Orinoco durante el tiempo de desove, arrojó un promedio de 13.000 ejemplares por año. Si en 1962 el MAC no se hubiera decidido a tomar en cuenta las recomendaciones de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central dictando veda por 5 años que luego fue prorrogada indefinidamente, la infortunada Arrau habría corrido la suerte fatal de las tortugas Tostudo de los Galápagos, ahora declarada por la UNESCO como patrimonio natural de la humanidad.

















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