Sabido era que el prócer de la Independencia, general Tomás de Heres, no pasaba a ciertos italianos y ese rechazo se alimentaba por la posición combativa de Juan Bautista Dalla Costa (italiano, nacido en Génova) contra su gestión hasta el punto de denostarlo tanto a él como a sus seguidores de “numantinos”, “heresiarcas”, “serviles”, “provincialitas” y “antropófagos”. Por su parte, los de Heres respondían con los epítetos de “forasteros”, “contrabandistas”, “logreros”, “obstruccionistas”. El colmo de la ironía llegó al extremo, después de asesinado Tomás de Heres (9 de abril de 1842), de sustraer la lápida de mármol que identificaba su tumba para colocarla, grabada en el reverso, en el túmulo de una familia italiana de apellido Golletti. Afortunadamente, Tomas de Heres no necesitó más de la lápida porque sus restos fueron exhumados y depositados en la Catedral y finalmente en el Panteón Nacional.(AF)
miércoles, 20 de marzo de 2013
NUMANTINOS Y FORASTEROS
Sabido era que el prócer de la Independencia, general Tomás de Heres, no pasaba a ciertos italianos y ese rechazo se alimentaba por la posición combativa de Juan Bautista Dalla Costa (italiano, nacido en Génova) contra su gestión hasta el punto de denostarlo tanto a él como a sus seguidores de “numantinos”, “heresiarcas”, “serviles”, “provincialitas” y “antropófagos”. Por su parte, los de Heres respondían con los epítetos de “forasteros”, “contrabandistas”, “logreros”, “obstruccionistas”. El colmo de la ironía llegó al extremo, después de asesinado Tomás de Heres (9 de abril de 1842), de sustraer la lápida de mármol que identificaba su tumba para colocarla, grabada en el reverso, en el túmulo de una familia italiana de apellido Golletti. Afortunadamente, Tomas de Heres no necesitó más de la lápida porque sus restos fueron exhumados y depositados en la Catedral y finalmente en el Panteón Nacional.(AF)
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