En la prestigiosa Casa Blohm, existía una disciplina de
probidad, rendimiento y trabajo rigurosa que tocaba incluso la cuestión del
matrimonio. “El matrimonio es cosa seria y no se puede sostener con cuatro lochas”
solía decir don Hilario Machado y este era un decir que preocupaba a Adrián Cordoliani. Él que desde muchacho venía cubriendo toda la
escala de la administración llegando a
ser Apoderado de la empresa mercantil, no devengaba 400 bolívares al mes,
sueldo mínimo para poder contraer matrimonio a riesgo de ser despedido, según
el código de rendimiento y productividad
de la empresa. Pero Cordoliani, hombre
probo y eficiente, estaba muy enamorado y ante la inminencia de su renuncia, los
propietarios se negaron a perderlo y a escondidas de los demás empleados lo
beneficiaron con un bono compensatorio para que pudiera entregarse en los
brazos de dulcinea.(AF)
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