Monseñor
Zabaleta, en calidad de Vicario de Caroní, llegó a Guayana de la mano del
Arzobispo Crisanto Mata Cova, quien se
lo trajo de Irapa y Güiria donde intercedió ante los padres de Pedro Estrada,
Jefe de la Seguridad Nacional, por la libertad de numerosos presos políticos
con cuya luchas clandestinas estuvo identificado. Por eso el 23 de enero de 1958 cuando
comenzaba a conocerse la caída del General Marcos Pérez Jiménez, se le presentó
su amigo Perucho Peraza, perseguido político vigilado muy de cerca por el
siniestro “Mano de goma”, y le pidió las campanas de la Iglesia para
anunciar al pueblo que ya estaba prevenido de esa señal, la caída del
dictador. La respuesta inmediata de
Monseñor fue: “No, Perucho, las campanas las voy a tocar yo” y así
ocurrió. El pueblo de San Félix salió a
la calle y gritaba “Abajo el Nuevo Ideal Nacional”.
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