viernes, 20 de agosto de 2021

LA SAPOARA ES VEGETARIANA

Con sabor a petróleo o no, tal vez a tierra fangosa, pues este pez tiene como habitad los rebalses o lagunas marginales del Orinoco, lo cierto es que el pueblo, como todos los años la disfrutaba frita, horneada, rellena o en simple sancocho. Bastaba con saber que este pez de la fauna orinoquense es único porque de él no se tiene noticias de que exista en otra parte del mundo. Por lo que se sabe de los biólogos, la especie se encuentra sólo en el Orinoco y no a todo lo largo del gran río sino en el curso comprendido entre Caicara y Parital, 25 kilómetros antes de llegar a Puerto Ordaz. De suerte que es puramente bolivarense y se alimenta de microorganismos, no muerde anzuelo, sólo es posible capturarla con la clásica atarraya criolla y según la leyenda, es cebo que utilizan las guayanesas para atrapar forasteros. Existen documentos, me confesó en cierta oportunidad, José Ramón Pinto, siendo jefe del Registro Principal, donde aparecen como referencia los “Indios Zapoaros” del Orinoco, por lo que creía que el legendario pez fue connotado con ese nombre de sus pescadores. En torno a este miembro de la fauna orinoqueña, hay toda una leyenda y ritos que tienen que ver con la originalidad de su existencia. Una nota del vespertino El Luchador del 16 de agosto de 1921 informa de los precios de la Sapoara que en esa temporada oscilaban entre Bs. 0,50 y 0,25. Asimismo, de la antigua tradición de capturar la primera Sapoara el 26 de Julio, Día de Santa Ana, luego de lo cual los vecinos del propio barrio preparaban un gran sancocho “digno de Heliogábalo (emperador romano), con maíz tierno de mazorca a locha”. Otro rito se cumplía durante las fiestas de Carnaval cuando enterraban la Sapoara después del último desfile de comparsas, carrozas y serpentinas, con música ejecutada por la Banda del Estado, discursos plañideros y explosión reiterada de traquitraquis.(AF) ççç

viernes, 13 de agosto de 2021

LAS TORTUGAS DEL ORINOCO

Por ese Puerto de Blohm llegaban poco antes de la Semana Santa, las embarcaciones cargadas con tortugas arrau que es la típica del Orinoco. El Bachiller Ernesto Sifontes siempre las reportaba en su columna “Ogaño y Antaño” y en la de ese año decía que estaban entre 7 y 8 bolívares y que las había de todos los tamaños en el mercado. En la playa del mercado las encontraba tiradas boca arriba el parroquiano y había incluso quienes las ofrecían sacrificadas. De este quelonio nada se desaprovechaba. Además de su carne proteica y exquisita, estaban sus huevos e incluso el carapacho, una vez desecado, lo utilizaban para cargar arena o piedra, o bien, los muchachos para deslizarse por las empinadas cuestas de la ciudad. Los huevos de la tortuga dan un aceite comparable al de oliva, utilizado como combustible y en la preparación de alimentos desde los tiempos primitivos hasta la segunda década del siglo veinte. (AF(