
La tempestad de julio del 72 que acabó con el reloj de
cuatro esferas de la Catedral
asombró también porque no causó daño a su vecina la Capilla de las Siervas, no
obstante haber sido construida con las piedras del pecado. Esto lo decía la gente porque siendo Vicario
General de la Diócesis ,
Monseñor Dámaso Cardozo, solía perdonar los pecados a los feligreses que
después de la misa de la mañana cargaran las piedras sobrantes de la ampliación
de la Catedral
al lugar donde se construía la
Capilla.
El
obispo era monseñor Miguel Antonio Mejía, cuyos restos se hallan inhumados en la Catedral al igual que los
del Obispo Antonio María Durán, quien ya anciano y luego de un enfrentamiento
con el clero fue destituido por Su Santidad Papa Pío X. Cuando le llegó la
noticia, era vox populi que
inmediatamente después de la misa pontifical en honor a la Virgen del Carmen, se arrodilló en su
reclinatorio y exclamó “Virgen del Carmen, muerte subitánea para el
Papa”, quien créase o no,
murió días después, el 27 de julio de 1914.
El
gobernador de entonces, general David Gimón, también fue notificado
oficialmente por el ministro de Relaciones Interiores del Gobierno de Gómez,
Dr. Carlos Zumeta, en los siguientes términos: “Tengo la honra de comunicarle
a usted, Excelencia, que la
Santa Sede ha quitado toda jurisdicción sobre la Diócesis queda sin
gobierno espiritual”.
La
desgracia de Monseñor Durán comenzó cuando protestó la falsificación de su
firma por parte de la
Arquidiócesis metropolitana en un documento remitido a su
Santidad el Papa sobre la necesidad de transferir el Seminario de Guayana a
Caracas.
En esos
días era muy común la protesta y hasta una Capilla de Protestante, la primera,
fue levantada al final de la calle Libertad por iniciativa de súbditos
británicos residentes. Fue entonces cuando Alejandro Sutherland, el hombre que tenía más de 30 hijos en la ciudad,
prorrumpió: “No debe extrañar que en una ciudad que nació bajo el signo de la
protesta, se rebele hasta el obispo”.
La
imprecación de Monseñor Durán el 16 de Julio, Día de la Virgen del Carmen, fue asociada inmediatamente por la
creencia popular con otros hechos trágicos dominados por la fatalidad desde el
16 de julio de 1818 cuando explotó la fábrica de dinamita, administrada por Lee
Welcher, en el sitio “La
Ceiba ”, contornos de Ciudad Bolívar. Hicieron explosión 35.000 kilos de dinamita
con saldo de 5 obreros muertos. Otra explosión el 16 de julio de 1888, se
registró en la ciudad cuando celebraba los ritos católicos en honor a Nuestra
Señora del Monte Carmelo y estalló la Fábrica que producía los
tacos de dinamita para las compañías explotadoras de las minas de oro de El
Callao. Perecieron doce personas, entre
ellas, un técnico suizo de nombre Adolfo Vater. Esos dos grandes hechos marcaron
psíquicamente los bolivarenses, quienes temen por un hecho fatal antes, en el
propio día o inmediatamente después de las fiestas del Carmen. El hecho más
reciente de este día religioso, para nutrir más la superstición, ocurrió en
1966 cuando la niña de ocho años, Loise Pérez, pereció al chocar una curiara
contra la lancha que conducía la virgen en su tradicional procesión por el río
Orinoco. La procesión debió suspenderse.
Desde el
siglo diecinueve existe en Ciudad Bolívar una gran devoción por la Virgen del Carmen,
fomentada por una gran Cofradía, pero a la par se ha venido cultivando la
superstición. La imagen de la Virgen del Carmen en la Catedral fue donada en
1883 por los Machado Núñez. La donación la materializó el Bachiller. Régulo
Machado a nombre de su madre Clementina Núñez de Machado y fue traída
expresamente de Europa por el donante.
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