
Pero hay algo más que hace acogedor el apacible valle upatense. Es
el espíritu sano, divertido y sencillo de su gente. Gente buena, amable, y,
definitivamente, ese clima aludido por Gallegos y el cual no le fue extraño
a Monseñor Diego Alonso Nistal, primer Vicario Apostólico del Caroní cuando vivió allí tras la restauración de
las Misiones en 1924.
Monseñor Diego Alonso Nistal fundó el primer centro misional en
Araguaimujo, el cual puso a cargo del P.
Santo de Abelgas llamado “apóstol de
los guaraunos” y con la ayuda del Ministerio de Relaciones
Interiores, desalojó a los misioneros protestantes de la Guayana Inglesa que
habían invadido pacíficamente una franja de terreno venezolano de 22.000
kilómetros cuadrados, desde el paralelo 6, a partir de las cabeceras del
Aponwao en Lema, siguiendo su curso, y el del Akaruai hasta llegar a la
frontera con Brasil hacia el nacimiento de Ikabarú. También en el cerro Akurimá habían
establecido un poblado con escuela y capilla los misioneros adventistas y aquí,
precisamente, después de haber sido desalojados por los comisionados de
fronteras General Montes de Oca y Lucas Fernández Peña, los misioneros Nicolás
de Cármenes y Maximino de Castrillo con el Hermano Fr. Gabino de San Román,
fundaron la Misión de Santa Elena de Uairén, nombre de la primera hija de Fernández Peña con una indígena de la etnia Pemón.. Originalmente el nombre era "Misión de San
Francisco de Akurimá"(AF).
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